CUENTOS SOBRE ANIMALES
LA ABEJITA FELIZ
Muy temprano en la mañana de aquel frío invierno, mamá y papá abejas esperaban la pronta llegada de la cigüeña que traería a su pequeña hija abejita. Había
muy mal tiempo por lo que la cigüeña tuvo que sortear muchos obstáculos
para poder al fin llegar al árbol en donde a la abejita le esperaba un cálido y confortable dulce hogar,
lleno de juguetes y dulces con los cuales la abejita se divertiría
hasta no poder más, siempre al cuidado y vigilancia de su mamá y papá.
La pequeña abejita , poco a poco fue creciendo y de su espalda lindas alas empezaron a brotar, las cuales usaría pronto para poder volar y así empezar a conocer el mundo que le rodeaba fuera de su bello hogar. Las clases para aprender a volar pronto comenzaron por parte de papá y mamá, pero a la abejita le daba mucho miedo salir de su confortable hogar para desplegar sus alas y comenzar a explorar, aquel misterioso paisaje que desconocía en su inmensidad.
Papá y mamá abejas se llenaron de paciencia y mucha bondad y esperaron a que la abejita decidiera por sí misma empezar a volar,
pero transcurrieron los años y no lo pudo lograr, por lo que la abejita
envejeció en su lindo y confortable hogar y siempre dijo en voz alta a
todo el que quería escuchar: ¡Aquí me quedo con mis alas a disfrutar!
LA JIRAFA CARAPAJA
Érase una vez, un zoo en el que todos los animales se llevaban muy bien entre ellos… Bueno… todos menos uno, la jirafa del zoo no se llevaba bien con nadie, ya que continuamente estaba robando comida a sus compañeros del zoo.
La jirafa tenía una habilidad muy grande para alargar su cuello y, mientras sus compañeros dormían, robaba su comida.
La
jirafa, desde su parcela y con su enorme cuello, llegaba a todas las
parcelas del zoo, por lo que todas las mañanas había reunido tanta
comida que no cabía nada más en su parcela.
El resto de animales del zoo se reunieron para buscar una solución al problema.
Finalmente decidieron pegar un cartel en la puerta de la parcela de la jirafa, que dijera: “Aquí vive la jirafa carapaja, la ladrona menos maja“.
Al
día siguiente de pegar el cartel, cuando llegaron los primeros
visitantes al zoo y vieron el cartel pegado en la parcela de la jirafa,
todo el mundo se echaba a reír, bueno… todo el mundo excepto los niños.
Los niños, al ver el cartel, le preguntaban al León que estaba en la parcela de al lado: “Señor León, ¿qué ha hecho la jirafa?“. Y el León les contestaba a los niños: “la jirafa es mala y nos roba la comida todas las noches…”
De esta forma, se fue corriendo la voz entre los niños de que no debían visitar a la jirafa porque no se lo merecía.
Pasaron unos cuantos meses, y los responsables del zoo tuvieron que llevarse a la jirafa carapaja de allí, ya que nadie la iba a ver.
Así fue como los animales del zoo se libraron de la jirafa ladrona, y pudieron seguir viviendo felices en su querido zoo.
EL GRILLO ENCANTADOR
Una tarde, mientras un grupo de niños jugaban en un campo muy cerca de su colegio, uno de ellos se encontró un pequeño grillo de ojos muy grandes y color verde que cantaba sin cesar una bella canción que llamaba la atención e invitaba a cantar junto a él, melodías al amor.
Pronto otros niños se sumaron al cantar y de repente también comenzaron a bailar,
todos juntos y con el mismo danzar, aquellas dulces tonadas que no los
dejaban parar, ni siquiera para tomar un descanso y así poder continuar,
cantando esas melodías que salían de sus bocas sin parar y que los
obligaba a realizar ese baile misterioso que los llenaba de mucha felicidad.
Pronto
los maestros, padres, familiares y vecinos se sumaron a la increíble
fiesta que se había armado en ese lugar, sin importar a nadie el motivo
de tanta felicidad, solo cerrando los ojos para así sentir, cantar y
bailar al ritmo de aquellas tonadas que el grillo tocaba sin parar.
Después de muchas horas disfrutando, el grillo paró de tocar las bellas
melodías que les trajo tanta felicidad y dijo a todos con mucha
humildad: “…que linda esta fiesta de amor y fraternidad, que juntos
hemos disfrutado en este lugar, no olviden realizarla cada día más y
más, en sus dulces corazones con mucho amor, paz y felicidad…” luego con besos de mucho cariño, el pequeño grillo se despidió de los niños
y todos los presentes, no sin antes prometer, que siempre en sus sueños
lo volverían a ver, cantando y sonriendo como esa primera vez.